El jujube, conocido como la fruta de la inmortalidad, es un superalimento prácticamente desconocido en nuestro país. Este fruto milenario, cultivado en árboles resistentes, ha sido usado en la medicina tradicional china durante miles de años. También llamado azufaifa o dátil chino, tiene propiedades beneficiosas para la salud.
El jujube, de aspecto similar a los arándanos secos, es rojo por dentro y por fuera, con una textura crujiente y un sabor agridulce. Contiene taninos, mucílagos, vitamina C y ácido betulínico. Los mucílagos, fibras solubles, ayudan a reducir el colesterol y mejoran la función intestinal.
La vitamina C en el jujube es hasta 20 veces más que en la naranja, con propiedades antioxidantes que benefician la piel y órganos, previniendo el envejecimiento prematuro. El ácido betulínico muestra propiedades antivirales e inmunológicas, con investigaciones en curso para posibles aplicaciones anticancerígenas o contra el VIH.
Este superalimento, conocido como la fruta de la inmortalidad en Asia, aporta nutrientes como magnesio, potasio, cobre, niacina, calcio, manganeso, fósforo e hierro. Su alto contenido de vitamina C fortalece el sistema inmunológico, y su consumo diario puede mejorar la piel, aliviar problemas inflamatorios y ofrecer beneficios circulatorios.
El jujube también se usa en cosmética por sus nutrientes, siendo bueno para la piel. Su consumo puede controlar la presión sanguínea, prevenir enfermedades cardiovasculares y tratar la anemia. Con 18 aminoácidos importantes, contribuye a la formación de proteínas en el cuerpo.
Se recomienda el jujube para diversos fines, como mejorar el apetito, equilibrar el tránsito intestinal, aliviar problemas digestivos, combatir el agotamiento y convalecencias, y tratar casos de insomnio o estrés puntual. Puede consumirse como fruto seco, en infusiones, jaleas, mieles o en recetas de repostería.
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